Si quieres seguir indagando en este mundillo, como un perfecto y práctico usuario –véanse consumidor acérrimo o perfecto aficionado-, deberías tener en cuenta los ocho puntos que siguen a continuación, 8 pasos para convertirte en un perfecto aficionado al vino. Es muy probable que te ayuden a profundizar en el vino y, por lo tanto, a conocerlo más. Yo que tú lo ponía en práctica enseguida y le daba la importancia/prioridad que más se te antoje a cada uno de estos apartados. Todos suman.
1.Visita bodegas siempre que puedas
Sin duda es una de las fórmulas más efectivas para aprender y disfrutar al mismo tiempo. Gracias a todas esas bodegas que abren sus puertas de par en par lo tienes cada vez más fácil: llamas por teléfono –o envías un e-mail-, concretas día, hora y número de asistentes y, a partir de ahí, a dejarse llevar. Presta atención a lo que te cuentan y pregunta todo lo que tengas que preguntar. Aprovecha al máximo porque estás en el lugar de origen del vino, donde nace. Y eso te permite tener un acercamiento difícil de alcanzar si no es allí mismo, en la casa en la que reside. En ocasiones hasta puedes coincidir con los padres de las criaturas, bien sea en el viñedo o dentro de la bodega. Eso sí, sé humilde y modesto que no puedes quedar en evidencia a la primera de cambio.
2. Apúntate a todo
En ciudades como la nuestra –servidor radia para toda la galaxia desde Zaragoza- existe una programación semanal bastante interesante, aunque antes era si cabe mucho más intensa. En un mismo día pueden coincidir varios saraos así que tendrás que ser selectivo: cursos de cata, presentaciones, cenas maridadas, charlas… no seas vago y exprime tu agenda al máximo. Además, si eres de los que nunca tiene suficiente, hazte socio de clubs privados y participa en foros vinícolas. Obviamente te tiene que gustar mucho el vino para dedicarle tanto tiempo; pero ya se sabe, un hobby es un hobby así que, salvo que roces la obsesión, cualquier locura está justificada.
3. ¿Y si quedamos a catar?
¿Acaso no te parece un plan irrechazable? Apúntate a cursos de iniciación o avanzados, porque son la verdadera primera piedra de cualquier aficionado. Y cuando hayas hecho varios queda con amigos y organízalo como quieras. Si me guardáis un secreto, las catas de sobaquillo son infalibles. Quiero decir, que te juntes con varios amigos y que cada cual lleve una botella. Estableced entre todos los precios máximos y mínimos de cada muestra, escoged las zonas que más os interesen, comprad vinos elaborados con la misma variedad y comparadlos entre sí, haced catas verticales, horizontales… lo que os plazca. Este tipo de quedadas son interesantísimas porque te permiten probar muchas marcas sin tener que desembolsar un quintal. Aprender se aprende un montón. Y el buen rato está garantizado. Basta con un grupete de colegas, unas cuantas botellas, copas a mansalva y a disfrutar de lo lindo. Además, a escote no hay nada caro.
4. Lee mucho
Desde un tratado de enología, hasta guías, tu blog de cabecera o el último número de la revista especializada que te dé la gana. Nunca está de más hacerlo porque amplías conocimientos, profundizas algo más –siempre a nivel usuario- y, en definitiva, aprendes. No digas que el saber ocupa lugar cuando tienes varias botellas apiladas que esperan ser descorchadas. Abre un libro de vez en cuando o bucea en post de páginas tan interesantes como esta –ahí va esa cuñaaaaaaa-. No, en serio, que cualquier instrumento que te permita conocer algo más de este maravilloso mundo bienvenido será.
5. Atento a las redes
Son una herramienta muy útil para saber lo que se cuece en el mundillo. Plataformas como Twitter te permiten estar al día con una inmediatez asombrosa. En la plataforma que muchos conocen como el “sms de internet” hay millones de personas relacionadas con el vino. Entérate de lo que publican, entre otros, @RobertMParkerJr, @RandallGrahm, @Timatkin o @JancisRobinson. Si por el contrario quieres autopromocionarte en lugar de alcahuetear abre una cuenta en Linkedin, el mayor muestrario profesional donde, como es normal, hay mucha gente emparentada con el vino. También es fácil ver mucha ponzoña y pijadas varias, pero como eres list@ y muy selectiv@ con la información que digieres doy por sentado que no perderás el tiempo viendo tutoriales que, salvo cuatro risas, no tienen ningún fundamento. Ah, y no creas todo lo que lees porque puedes darte cuenta de estar adorando a un ídolo con pies de barro.
6. Infiel…
Y, por supuesto, no mires con quién. Si te gusta la música no te conformes sólo con un género y, ni mucho menos, con un grupo. Puede que el jazz sea tu primera opción pero métele de vez en cuando algo de blues, rock setentero, ritmos balcánicos, reggae, trash-metal, ópera, funky, tango, new age y todo lo que se te antoje. Hazle un hueco a cualquier género para tener más alternativas y así luego eliges lo que más te gusta. Con el vino igual. Si te quedas solo en una denominación o en una variedad te estás perdiendo otras muchas sorpresas. Muchísimas.
7. ¿Hace cuánto que no regalas vino?
Esta sugerencia tiene un doble sentido: que tú regales y que, como compensación, empieces a recibir obsequios del mismo calibre -de vez en cuando hay que ser un pelín egoísta-. Siempre hay un tipo de vino para cualquier persona. Sean cuales sean las pretensiones del beneficiario seguro encuentras una botella que le encandilará; así, por ejemplo, si tienes que obsequiar a alguien que se está iniciando decántate por algo que resulte fácil de beber (blancos frescos y agradables o rosaditos golosos sobre todo). Aumenta la estructura y la potencia del vino conforme el receptor tenga más rodaje… y busca algo que le sorprenda. Es decir, no le des a un gallego una Treixadura, ni un Moscatel a un alicantino. Si no sabes qué regalar opta por el champán. Nunca falla.
8. ¡Y bebe!
De nada sirven las visitas a bodegas, las catas, las redes sociales, los regalos y todo lo demás si, al final, no descorchas con suficiente asiduidad. Los españolitos tenemos el honor de ser unos de los que menos vino bebemos de toda Europa. En estos momentos estamos por debajo de los 17 litros por persona y año, una cifra muy distante de los casi 50 litros que se consumían en los 80 -del siglo pasado, se entiende-. Así que debemos incrementar este miserable dato aún sabiendo que muchos de nosotros no podemos hacer más por subir la media.