Durante los meses de invierno, las vendimias permanecen congeladas, esperando a la primavera para florecer y ver nacer sus frutos. Pero en países muy fríos, como Alemania, Francia o Canadá, aprovechan esta circunstancia meteoróloga para elaborar una variedad muy codiciada: el vino de hielo. Este tipo de vino nació por error, debido a la intensa espera de los viticultores en países del norte por vendimiar una uva ya congelada.
Las uvas que se vendimian para elaborar este vino, deben estar bajo determinadas condiciones climáticas y pasar estrictos controles de calidad. La temperatura ideal para que se congele la uva es entre los 7 u 8 grados bajo cero pero nunca por debajo de los 13º, pues la uva se solidificaría y se perdería toda la cosecha al no poder extraer jugo.
El vino de hielo se vendimia por la noche de madrugada, con la uva ya congelada y se transporta rápidamente a la bodega para iniciar el proceso con la uva a temperatura perfecta.
Los vinos de hielo son vinos sabrosos, con aromas dulces y suaves, pero a la vez con aromas profundos e intensa acidez. Son ideales para tomarlos como vino de postre aunque también maridan muy bien con el foie y con los quesos fuertes como el roquefort o el cabrales.