Celebramos hace unos días un encuentro en el que reunimos a casi una decena de féminas en torno a otras tantas botellas. La experiencia, además de muy grata, fue mucho más enriquecedora de lo que ellas mismas creían. Al menos para servidor…
A mí particularmente lo del vino y las mujeres me ha parecido siempre una retahíla de estereotipos bastante desafortunados. Empezando por el estilo ese denominado “vino femenino”. ¿Hay acaso vinos masculinos? ¿Y por qué tenemos que presuponer que a la mujer le gusta un vino dulce, fragante y sin demasiada estructura? Me chirría, sin más, aunque, afortunadamente y gracias a ellas, quedó claro que no es así.
La intención que perseguíamos con esta cata/tertulia era conocer testimonios de gente profana y a priori neófita –salvo Inmaculada Ramón y Marta Serrano, que se dedican al vino- porque resulta mucho más entretenido hacerlo así que reunir a eruditos que, con el debido respeto, indagan en asuntos casi siempre técnicos en los que se suele perder la visión real de la calle.
Puntuales, como debe ser, fueron llegando las nueve invitadas y hete aquí la primera sorpresa, cada una de ellas tenía delante adjudicada una botella que la relacionaba con su perfil o profesión. Por eso, y a modo de ejemplo, a Eva Berlanga, meteoróloga de Aragón TV, era lógico que le correspondiese un Cierzo (D.O.P. Cariñena) por hacer alusión al viento que azota estas latitudes o a la periodista y rostro de la vida cultural aragonesa, Adriana Oliveros, le asignásemos un Cinema Crianza (D.O.C. Rioja) por aquello de la cultura y demás.
Entramos directamente en materia e hicimos un pequeño ejercicio para saber cuántas de ellas habían comido ese día con una copita de vino al lado. ¿El resultado? Pues no demasiado esperanzador porque tan sólo tres lo habían hecho… ¡¡¡dichoso 33,33%!!! No obstante sus consumos habituales giran en torno a las seis botellas mensuales, que no está nada mal. Ni mucho menos.
Afirmaron comprar ellas mismas el vino en muchas ocasiones. De hecho, según estudios, el 20% de los compradores hoy en día son mujeres. Y se dejan llevar por cuestiones estéticas a la hora de elegir una referencia desconocida. Es el viejo dicho que afirma que la primera botella la vende el diseñador y la segunda el enólogo. Eso sí, ninguna de ellas compartía el manido término de “vino femenino”. O no estaban de acuerdo con él, vaya.
En cuanto a los gustos hubo mucha disparidad. Así, mientras Sara Espuelas, responsable de proyectos de Aragón Exterior, se decanta por tintos crianza -¿quizá por ser riojana?-, Marta Serrano, del departamento de comunicación de Bodegas Enate, prefiere blancos y a poder ser con algo de barrica. Mercedes Arruebo, de Turismo Aragón y su departamento de nuevas tecnologías, aún decantándose por los tintos de esta comunidad, afirmó no rechazar blancos o rosados dependiendo de la ocasión.
Otra que aún prefiriendo blancos dijo que es muy difícil que no le guste un determinado tipo o estilo de vino fue Adriana Oliveros. Y tanto Eva Berlanga, como Mariola Conde, jefa del gabinete de imagen y comunicación de la Universidad de Zaragoza, prefieren tintos robustos y potentes. Así que lo de los blancos dulcecitos, con aguja y aromáticos es totalmente incierto. A las pruebas se remite servidor, porque de casualidad nada.
Por su parte, Belén Bardají, jefa de Publicidad e Imagen de Ibercaja, dijo que el vino se ha popularizado mucho –haciendo referencia a catas y eventos que favorecen el conocimiento de la cultura vinatera- pero también recriminaba que en determinados establecimientos hosteleros no se le da demasiado valor al vino primando más la venta y la rotación que la difusión de un producto tan arraigado en esta tierra. El precio del vino por copas también dio de qué hablar y por unanimidad no hubo discusión en lo desorbitado que casi siempre está en cartas y barras.
Todas ellas, incluida Asun Navarro, directora de marketing y comunicación de Palafox Hoteles, afirmaron no estar influenciadas por zona. Y eso está bien. Basta de vanagloriar a zonas míticas y desprestigiar a otras menos conocidas. Sí están sugestionadas por el entorno, el momento o la compañía. Ahí tampoco hubo posiciones enfrentadas.
El vino debe ser divertido e informal cuando de acercarlo al público joven se trata. Sobre este asunto se explayó Inmaculada Ramón, del consejo de administración y parte del equipo técnico de Pago Aylés. Claro, ella jugaba con ventaja porque es la que más y mejor conoce este mundillo.
Todas, las nueve, dejaron claro que tienen más conocimientos de lo que incluso ellas mismas pensaban y, sobre todo, unen el vino a placer, que de eso se trata, para eso está. Hubiésemos seguido hasta el infinito y más allá pero no hizo falta. Eva, Adriana, Belén, Mercedes, Sara, Asun, Mariola, Inmaculada y Marta saben sacarle partido al vino y dimensionan su disfrute muy por encima de lo que cabe en una copa. Son capaces de ver y sentir los otros componentes, mucho más profundos, que encierra una botella.
Estuvo bien, sí señora, muy bien.