No es por meterme donde no me llaman pero, ¿qué tal vais de eurillos últimamente?… ¿bien?… ¿asfixiados? Imagino que andaréis como casi todo el mundo: sobrados, haciendo malabarismos, echando mano de reservas, sin demasiadas expectativas de mejora o simplemente con el “tirando” en el que nos asentamos la mayoría. Estamos pasando una racha –esperemos que dé enseguida sus últimos coletazos- que por la dichosa crisis económica ha obligado a atarse los machos a base de sacabocados… para hacer más agujeros en el cinturón, se entiende.
En estos tiempos de ajustes es cuando el polo opuesto se distancia todavía más de la vida real. Ahora más que nunca sorprenden listas como las Forbes en las que se hacen inventarios de hiper-multi-podridos de pasta, de cuáles son las empresas más influyentes del planeta o de las celebridades que más billetes derrochan a lo tonto.
Dicha revista sigue siendo amiga de cuantificar fortunas y ha hecho un listado de los vinos más caros del mundo. Para ello ha tenido en cuenta subastas y valoraciones de personalidades del sector y, como podréis intuir, en tiempos jodidos parece más disparatado saber lo que alguien llega a pagar por una botella.
Los vinos listados en cuestión son intocables, míticos, fascinantes, irrepetibles; son marcas históricas que por sí solas representan la élite mundial del vino. Un servidor no entrará a valorar si valen lo que cuestan porque esas referencias conllevan un añadido intangible imposible de calcular. Es el mismo plus que tiene Bugatti o Lamborghini en automóviles, Vacheron Constantin en relojes o Salvatore Ferragamo en zapatos. Por muy despampanante que parezca siempre hay alguien que puede conducir un coche de alta gama llevando un peluco de varios millones de euros en su muñeca. Es el mismo fulano que cuando decide tomarse su copa de vino no lo hace con un corrientón sino, obviamente, con cualquiera de las botellas que, según Forbes, pertenecen a los vinos más caros del mundo.
El puesto más alto del ranking lo encabeza la cosecha 1787 del bordelés Château Lafite. El propio editor de la revista antes mencionada, Malcom Forbes, apoquinó 160.000€ por una botella de aquella antiquísima añada. Lo hizo en el año 1985 y tal fue la repercusión de la compra que hasta saltaron las alarmas especulando si era auténtica o no.
El segundo cajón también lo ocupa un bordelés, concretamente de la región de Sauternes. Château d´Yquem es otro fausto embotellado cuya añada de 1811 costó 84.700€. El coleccionista y restaurador francés Christian Vanneque se llevó la susodicha después de que la propia bodega comprobase su autenticidad.
Forbes sitúa en el tercer puesto a un australiano, el Penflods Grange Hermitage de 1951, una referencia de la que tan sólo quedan 20 botellas en el mundo. Que haya tan poca mercancía circulando es probablemente uno de los motivos que “ajustan” su precio a 27.210€.
Los que vienen a continuación son mucho más asequibles, dónde va a parar. No llegan ni de lejos a los cuatro millones de las antiguas pesetas así que están al alcance de cualquier hijo de vecino. Tururú.
El Cheval Blanc cosecha 1947 costó 23.870€ pero había trampa. La botella era de tres litros así que menuda ganga. Este vino de Saint- Emilion fue adquirido por una potente compañía vinatera de San Francisco que se llama Vinfolio. Si queréis ver por dónde van los tiros de esta empresa entrad en su web (www.vinfolio.com). Menudo catálogo se gastan.
En la mitad de la tabla también se encuentra otro mítico: Château Mouton- Rothschild. La casa de subastas Christie´s vendió un Jeroboam -botella de 4,5 litros- de 1945 a 20.245€. Un comprador anónimo se hizo con la preciada joya que, comparada con otras referencias, sale tirada de precio. ¡No llega a 4.500€ el litro! Así ya se puede.
Si alguno de vosotros está echando en falta otras marcas sagradas que espere y siga leyendo, porque hay sorpresas, como la del número seis. De Napa Valley, en California, llegó el Inglenook Cabernet Sauvignon de 1941 por el cual se abonaron 17.428€. Lo hizo otra mega compañía norteamericana (Zachys) si bien años atrás el director de cine Francis Ford Coppola tenía otra en su casa de la misma añada. Por lo tanto, segundos platos no molan.
La lista regresa a Francia ya que los siguientes vinos proceden del país vecino y es a partir de aquí cuando salen a escena las marcas que cualquier aficionado domina. El Montrachet Domaine de la Romanée Conti de 1978 se subastó en Sotheby´s y alcanzó un precio de 16.888€, pecata minuta. Durante un tiempo la botella se podía adquirir en Wine&Spirits de Nueva York pero, para desgracia de alguno de vosotros, he de deciros que esa añada ya no está disponible. De todos modos, entrad en www.wine-searcher.com y buscad algún otro chollo.
Por 14.221€ se vendió una botella también de Romanée Conti de 1934. Según los expertos este 1er Cru es uno de los más valiosos ya que tan sólo se había elaborado ese año, en 1999 y en 2002. De esa misma casa salió el noveno de la lista Forbes: la añada 2003 que, como debió ser pelín regulera, costaba unos miserables 3.283€.
En el último puesto, ocupando el número 10, se haya el Chateau Petrus 2005. Solamente cuesta 2.242€ pero hay que ponerse a la cola. Uno no puede llegar a una tienda con un fajo de billetes y llevarse una botella a casa. Hay una lista de espera como las de la Seguridad Social ya que es una de las añadas más célebres de Burdeos.
En total, sumando el precio de las diez botellas salen 370.087€. Si queréis, id pensándolo, podemos empezar a organizar una quedada entre unos cuantos y nos damos un homenaje. Con que estemos 20 personas nos tocará escotar unos 18.500€… y eso es calderilla.